«Esta mañana, por primera vez en el mundo, se ha registrado la primera vacuna contra el coronavirus. Sé que es suficientemente eficaz, que permite una inmunidad duradera», declaró el mandatario.
Rusia se convirtió así en el primer país del mundo en registrar una vacuna contra el coronavirus. Sin embargo, muchos científicos se mostraron escépticos y cuestionaron la decisión de hacerlo antes de los ensayos de fase 3, que suelen durar meses e implicar a miles de personas.
En las últimas semanas, científicos extranjeros manifestaron su preocupación por la rapidez de la creación de una vacuna de este tipo, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó al respeto de las «líneas directrices y directivas claras» en materia de desarrollo de este producto.
Las autoridades rusas señalaron que la producción de la vacuna a gran escala comenzará en septiembre, y las campañas masivas de vacunación empezarían a partir de octubre. Serán voluntarias, insistió hoy Putin. La viceprimera ministra, Tatyana Golikova, dijo que la aplicación a médicos podría comenzar este mes. Veinte países ya encargaron a Moscú mil millones de dosis.
Mientras tanto, Tarik Jasarevic, vocero de la OMS, volvió a poner un manto de cautela a la noticia tras el anuncio: «Estamos en contacto con las autoridades sanitarias de Rusia y las conversaciones sobre la precalificación de la vacuna están en marcha pero, de nuevo, la precalificación de cualquier vacuna implica una revisión rigurosa y una evaluación de toda la información de seguridad y eficacia».
La vacuna
La vacuna Sputnik V fue elaborada por el Centro Nacional de Investigación Gamaleya, perteneciente al Ministerio de Salud de Rusia. Una segunda vacuna rusa, desarrollada por el centro Vector, se encuentra en el proceso de pruebas clínicas. Las autoridades esperan en los próximos dos meses recibir otras dos solicitudes de permiso para la realización de pruebas clínicas.
El fármaco que se registró utiliza dos cepas de adenovirus que suelen causar resfríos leves en los seres humanos y está modificada genéticamente para hacer que las células infectadas produzcan proteínas a partir del nuevo coronavirus. El enfoque es similar al de la vacuna que desarrollan la Universidad de Oxford y la empresa AstraZeneca.
Pese a la buena noticia que puede significar, la polémica sigue vigente luego de que hace un mes el Reino Unido, Estados Unidos y Canadá acusaran a Moscú de utilizar sus hackers para robar los trabajos de investigación de universidades y laboratorios sobre vacunas y tratamientos contra el coronavirus, una denuncia que el Kremlin desmintió enérgicamente.